Por: Alejandro Campusano

Vitalidad en el espíritu libre de los colores

Amaneciendo el año 2006, Kutty Reyes nos despierta nuevamente los sentidos visuales, emocionales y espirituales con una producción auténtica de su expresividad artística como ya nos tiene acostumbrados a los dominicanos. En esta ocasión, recupera de nuevo su pasión por incursionar en el expresionismo abstracto después de muchos años de producir obras de interesante sello neocostumbrista, que retratan figurativamente el campo, el paisaje y los personajes de nuestro pueblo con espontaneidad y belleza.

Independientemente de su inesperado viaje artístico dentro del universo del expresionismo abstracto, Kutty Reyes mantiene intacta la columna singular sobre la que se sostiene toda su obra pictórica, desde sus inicios en el arte, caracterizada por la espontaneidad, la fluidez, la armonía compositiva y cromática, la profundidad en el uso de la técnica y en el respeto de los principios sobre los que se sostiene una obra de arte sólida y madura.

No hay dudas de que dentro de esta corriente pictórica Kutty Reyes encuentra su hogar natural para la expresión libre y vital de sus ideas, ya que este movimiento desde que inició en 1945 en New York, alimentado por el cubismo y las obras de maestros del renombre de Picasso, Matisse y Miró, se basó en el principio de expresar creativamente, sin ningún tipo de anticipación premeditada el significado de la obra. Es la expresión auténtica de los instintos creativos y el sentir en el arte, sin recurrir a ideas preconcebidas de lo que debe ser el arte mismo.

Objetivamente observamos, como poco a poco este creador del pincel está caminando por el sendero que construyen los grandes artistas en su paso por la vida. Valorando a los grandes maestros, estudiándolos, investigando y respetando la calidad a nivel nacional e internacional.

Al apreciar esta entrega pictórica destaca en cada uno de sus cuadros la contundencia de la fuerza plástica con la que se expresa, utilizando con poder y vigor los colores más intensos de la gama cromática (rojo, amarillo, azul, violeta y negro). Es un artista que no se encoge tímida y rutinariamente en el uso de los colores, por el contrario los usa para resaltar su libertad y dominio de ellos, recurriendo a los mismos, según sus necesidades de expresividad y de la variedad temática que aborde, o el sentir que predomine en su entusiasta y prolífica paleta.

En el cuadro x y en la serie que le siguen queda patente esa fuerza de su pincel con la intensidad armónica de los colores que plasma en el lienzo, generando sensaciones pictóricas que deleitan instantáneamente nuestra vista, reclamando el despertar de la miopía de formas y colores con que miramos todo lo que nos rodea, acostumbrados a mirar con una linealidad monótona y rutinaria, que no se justifica con la magnitud del poder visual que Dios nos regaló desde nuestro nacimiento a cada ser humano.

Una vez más confirmamos que la espontaneidad de Kutty Reyes no es artificial ni forzada, sino fresca y sincera. Sin necesidad de caer en explosiones expresivas desarmonizadas y fuera de contexto, para reclamar con gritos nerviosos la atención del público. Público, que muchas veces sabe distinguir en el alma creativa que tienen todos los individuos, lo que es la expresión natural y genuina de un artista, de lo que representa una manufactura premeditada con fino instinto monetario-financiero de un astuto artesano.

Con la agilidad con la que se mueve el agua en toda la naturaleza, así Kutty Reyes se manifiesta en esta oportunidad, evocando situaciones llenas de magia, paisajes místicos expresionistas, produciendo a través de manchas insinuantes, múltiples espacios interpretativos que transmiten vida, movimiento y belleza. Al que aprecia con atención sincera esta obra, percibe que sale desde el mismo centro del corazón creador del artista, que pinta necesariamente con la fuerza indetenible de su ser interior. En ella es libre, se olvida de lo establecido, y descansa visualmente de aquellas imágenes que ya se han proyectado visualmente con frecuencia en su conciencia.

Hacer excursión en la expresividad abstracta de la obra de este artista que cuenta con el beneplácito del público dominicano, y de la élite más exigente y conocedora del oficio pictórico, es reconfirmar como a través de la fuerza e inteligencia del color se puede crear un lenguaje visual independiente y autosuficiente, provisto de una auténtica significación, que llena toda la obra de arte de fina esencia estética y sutileza sensorial.

En esta época en la que estamos tan sobrecargados de rebuscamientos expresivos, conceptos retóricos y juicios tuertos que se escuchan en todas las esquinas de nuestro espacio vital, en la obra de Kutty Reyes podemos descansar con calma y profundidad en las emociones serenas del alma y del espíritu. Agobiados de las programaciones creativas repetitivas buscamos con ansias explorar lo nuevo y lo auténtico. El que conoce su obra tiene un encuentro feliz e inolvidable con el arte pictórico, que le impulsa a seguir buscando insaciablemente más de esa fluidez espontánea, que es tan escasa en cualquier género artístico. Inclusive, muchos nóveles estudiantes de pintura del país lo toman desde hace tiempo como una referencia obligada en sus aspiraciones por brillar en el arte.

Con este nuevo aporte contribuye a renovar el panorama técnico y expresivo de la plástica dominicana por la libertad de formas-espacios, colores y movimientos que exhiben sus obras, cargando de energía y vitalidad juvenil al más apático curioso que se asome ante las mismas. Esta nueva muestra respalda con coherencia y vigor esta sincera valoración crítica.

Este excelente escrito de Alejandro demuestra la calidad y su sensibilidad artística.

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